lunes, 17 de diciembre de 2012

Porcofobia.



¿Por qué dioses tan sublimes como Yahvé y Alá se han tomado la molestia de condenar una bestia inofensiva e incluso graciosa, cuya carne le encanta a la mayor parte de la humanidad?



Porque cuanto mayor es la tentación, mayor es la necesidad de prohibición divina.
Es decir, como todo el mundo deseaba probar la exquisita carne del cerdo, la solución fue prohibir su ingesta.

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